Historia de la música ligera

spirituales

       No llores pequeño mío

        porque no tengas padre

        Duérmete pequeño mío

        no es tan importante.

        No tienes ningún motivo

        para estar tan triste,

        pues el mundo está lleno de bastardos,

        de bastardos como tú.

La esclavitud….

Si tuviéramos que darle fecha a cuando empezaron o nacieron los «spitituales», tendríamos que remontarnos a tiempos remotos, de los cuales no se conserva ninguna grabación. Lo único que queda de aquellos lamentos es la propia tradición y el boca a boca de padres a hijo que hicieron latente sus angustias y su procedencia. La constancia constatada con algún tipo de documentación grabada o escrita se remonta a la compra venta de esclavos allá por el año 1619. 

Una nave holandesa que arribó en Jamestown (Virginia) con su trágico paquete de esclavos. La avanzadilla de lo que después sería la vergüenza del mundo civilizado, estaba compuesta por 20 negros procedentes del África profundo, que habían sido arrancados del seno de sus familias o tribus, para que… una vez encadenados atravesaran medio mundo en pos de la explotación del hombre blanco. 

Este sería uno de los movimientos mas espectaculares de la historia de los Estados Unidos. Movimiento que se convirtió en tragedia y posteriormente en la  mas vergonzoso mercadeo americano. El pecado estadounidense dura hasta nuestros días con un exacerbado e inestable problema racial. Aquellos esclavos procedían de países como el Senegal, el Delta Nigeriano, Congo o la Guinea. Se trataba de una mezcla exótica donde se confundían humildes pastores, con cazadores, brujos, jefes de tribu, reyes y sacerdotes, todos con el mismo macabro destino, ser vendidos como esclavos.

Se habló de una venta total, solo en los Estados Unidos de unos 8.500.000 esclavos, contingente masivo de gente de color que hubo que integrar a la sociedad americana, sin que hasta el momento se ha ya hecho totalmente.

Sin lugar a dudas tuvo una gran importancia en el desarrollo americano el trabajo intenso y la explotación de esta gran masa de africanos, sobre todo en las plantaciones de tabaco y en los campos de algodón de los territorios del sur. Por un lado estaban los amos, reducido grupo de hombres blancos, en su mayoría franceses, ingleses, españoles, irlandeses e italianos, emigrados de Europa en busca de fortuna, y por el otro el grupo mayoritario de esclavos negros trabajando a destajo de sol a sol, con un látigo permanentemente golpeando sus cuerpos para acelerar su redimiendo, convirtiendo de esa manera aquellos territorios en una población nueva de habitantes no nativos.

Algunos de estos negros, los privilegiados, obtenían trabajos menos pesados ocupando las labores de artesanos o criados de las grandes mansiones de los blancos. Alguno de ellos incluso con el tiempo lograban la liberación, todo ello gracias a la magnanimidad de algunos amos sensibilizados con la forma de ser  violenta empleada con los esclavos.

El tráfico y el negocio de la venta de esclavos se convirtió en un negocio nacional, que interesaba no solo a Estados Unidos, sino a otros países que veían una manera de obtener mano de obra a costo global  prácticamente cero.

Cada uno de los Estados de Norteamérica creó su propio estatuto, manteniendo la idea de con el tiempo determinar o no la abolición de la esclavitud. Solo en 1865, dos siglos mas tarde se logró gracias a la guerra de secesión, que los 24 estados abolicionistas del norte, vencieran a los 11 esclavistas del sur, produciéndose como consecuencia la prohibición del mercadeo y explotación de esclavos negros. Fue entonces, cuando a partir de ese momento, los negros entraron tímidamente en la sociedad americana, con los mismos derechos que sus amos. Este fue el resultado de la guerra, la realidad una vez mas dictaba mucho de ser tan triunfalista. A partir de aquel momento el negro pasó a ser esclavo de si mismo, de su ruina, de su miseria, del desprecio del blanco, de  los peores trabajos imaginables y mal pagados, y de un sin fin de penurias que tardó siglos en sacudirse.

Sus danzas y su música arrancados junto a ellos del folklore africano, también recorrieron el mundo. Aquellos lamentos empezaron a hacer mella en el pueblo americano. Aquellos lamentos en forma de canción que despertaba la curiosidad del hombre blanco, era algo mucho mas profundo, era el sentir, el dolor y el lamento de un pueblo castigado hasta la extenuación.

En el siglo XVII, antes del hecho histórico de la guerra de Secesión, los esclavos se fueron extendiendo por todos los rincones de Norteamérica, mezclándose entre sí, produciéndose una fusión de ideas, costumbres y formas de entender la vida, intercambiando todo aquello que habían aprendido originariamente. A todo ello habrá que añadir todo aquello que iban absorbiendo  de los blancos y  su cultura.

Los comienzos fueron aún primitivos, conservando las danzas y formas de expresión originales. Danzaban y cantaban en ceremonias nupciales, en las fúnebres, en los acontecimientos y conmemoraciones especiales y en las fiestas de las tribus. En realidad los africanos siempre fueron un pueble alegre y bullanguero, danzarines por antonomasia, manifestando sus estados de ánimo en cualquier momento y situación. El recuerdo de la tierra y el deseo de libertad se manifestaba con mucha frecuencia en sus cánticos y danzas. 

Harold Courlander, en su libro «Negro Folk Music U:S:A:» habla de varias danzas populares entre los negros como son el «juba», «bamboula», «vodun» («voodoo»), «congo» o «calinda». El «vodun» era un rito religioso a base de ritmos de tambor, con cantos y danzas continuas y desenfrenadas, que provocaban en los participantes un estado de excitación muy próximo al histerismo. Era la ciudad de Nueva Orleans donde con mas frecuencia se practicaba el culto del «vodun», en una primer etapa de forma secreta, ya que estaba prohibido por el hombre blanco, mas tarde de manera abierta en un lugar al norte de la ciudad llamado Congo Square. Allí precisamente se reunían para danzar y cantar sus ritmos hasta la extenuación, llegando a convertir el rito en aquelarre.

Aquellos ritos no le gustaban al hombre blanco pero mantenía entretenidos a aquella gran masa de negros, convirtiendo aquel lugar en un sitio de gran atracción para los visitantes, incrementándose de esa manera el turismo, llenando una vez mas las arcas  de los ricos.

Herbert Asbury describe en The Frech Quarter… «En una de la muchas reuniones de los esclavos en el Congo Square; a la señal de un policía, los esclavos se reunían en el centro de la plaza al son de prolongados huesos de buey, golpeando sobre una especie de recipiente parecido a un tambor, llamado bamboula, danzando la calinda (una variación de vodum usado en las ceremonias), basada en las danzas primitivas de la jungla africana. 

Respecto a los cantos africanos ocurrió algo por el estilo, primero se trataba de  recuerdos africanos, expresados y transmitidos verbalmente de esclavo a esclavo. Posteriormente y al tomar contactó con el mundo blanco, empezaron a utilizar sus instrumentos musicales y su lenguaje original de expresión. Las limitaciones del aislamiento implantado por el blanco no fue suficiente para el desarrollo de su música, gracias a su especial sensibilidad y receptividad para la adaptación de las nuevas músicas producidas por el nuevo entorno. 

Una de las formas mas usuales de expresión fue la llamada «call», la usaban especialmente en los trabajos del campo, los bosques o los ríos. La «llamada» servía para comunicar mensajes de toto tipo o simplemente como desahogo de sentimientos personales, a veces con duros lamentos provocados por als condiciones extremas de vida y trabajo.

Campesino ha sido mi nombre, Oh Dios, durante 40 años y mas…

No quiero plantar mas algodón, Oh Dios, declaro que no quiero plantar mas grano.

Señor quiero retirarme para que  mi arado no ahonde demasiado.

(De Ploughphand blues, de Big Bill Broonzy) 

Desde el punto de vista humano e histórico, mucho mas importante que la mencionada «llamada», fue sin lugar a dudas los «works songs» o «cantos del trabajo»,  que enlazan directamente con la tradición de los «hollers» (gritos), que son breves frases cantadas por los negros durante el trabajo.

No hace falta decir que la situación normal de losa negros en Estados Unidos era el trabajo permanente y su tonificante los cantos, a veces angustiosos, siempre relativos a su forma de vivir. Ese mismo canto hacía mas sistemático el trabajo, recordemos el trágico sonido del tambor en las galernas para facilitar el ritmo de del trabajo al remar. Fueron los mismos amos los que fomentaban los cantos como método para agilizar el rendimiento final.

Los temas de los cantos tenían casi siempre relación al trabajo que ejecutaban, de tal manera, que si trabajaban en la empresa del tren americano sus lamentos iban dirigidos hacia este tema, lo mismo ocurría con los que trabajaban en ríos, plantaciones o bosques..

Algunos de estos «works songs» tenían contenidos satíricos, otros de protesta, muchos de tristeza y la gran mayoría de esclavitud, libertad y
rebelión.  Los «works songs» mas populares y de los que existe mayor documentación son aquellos son los que tenían como tema principal los conflictos y desventuras del mundo de color, aquellos de enfrentamientos permanentes con La Ley y los ya famosos cantos de prisión, de los que existen grabaciones primitivas antológicas.

Y por fin llegamos al «spiritual», canto religioso, que aunque comenzó a cantarse en los templos religiosos, no tenía porque ser exclusivo de estos lugares, llegando en algún momento a  producir cierta confusión.

Sus costumbres religiosas primitivas, conservadas a pesar de la terrible influencia del hombre blanco en sus nuevas vidas, el negro se aferraba aún mas a la fuerza de su espíritu, entre otras cosas, porque el  Dios del hombre blanco no era tan bueno como ellos esperaban. La importancia de su religión se acrecentaba y en ella encontraba el hombre negro su razón de vivir y su esperanza.

Todo fue cambiando y mitigándose con el tiempo y gracias a la preocupación del sacerdote blanco que intentaban ayudar al negro pregonando la verdad sobre la igualdad del hombre y la justicia. Todo ello fue acercando el mundo de color al nuevo Dios, terminando por aceptar su divinidad y tratando de descubrir sus bondades y su realidad. De esta forma los negros, siempre a espaldas del hombre blanco, se refugiaban en los templos para implorar al Redentor  el perdón de a su pueblo y la total integración con los blancos apelando al principio cristiano de igualdad. Allí hablaban de sus tribulaciones, de la injusticia y de la merma de sus derechos y esencialmente de la falta de libertad.

Así empezó la fusión de sus antiguos ritos con la nueva fe emprendida. Los «ringcallls», especie de danza con el batir de manos que acompañaban a la creación y al recitado de plegarias. El «Spiritual» representa uno de los últimos actos del esclavo negro en Norteamérica, animados por algunos blancos comprometidos con su causa.

El Spiritual nació  en los templos dedicados al culto. Al enterarse el blanco de los cantos angustiosos de los negros, convirtió su manifestación espiritual en un acto folklórico haciéndeles partícipes de sus fiestas provocando el divertimento de sus invitados. Los negros humillados ponían la nota curiosa de las reuniones de los blancos.

El tiempo fue complicando las cosas y aquellos lamentos fueron creciendo en intensidad y sobre todo en popularidad lo que complicaba ostensiblemente la situación de los blancos. Ante este hecho irreversible se les permitió que expusieran sus cantos públicamente, lo cual agradecieron como signo de su, al menos, libertad de expresión.

Así fue como se produjo el rápido desarrollo del «spiritual», llegando a alcanzar  cuotas de popularidad insospechados….

Te dicen que si eres un blanco, todo está bien;
si eres un media sangre, puedes estar por aquí cerca,
pero si eres un negro, ¡hum..!, hermano, vade retro…
vade retro.. vade retro…
(De Black Bronw and White)

La gran difusión de los «spirituals negros», se debe, a un modesto grupo de estudiantes negros llamados los «Fisk Jubiles Singers», alumnos de la «Fisk Scholl», fundada en Nashville (Tennesse), tres años después de la liberación de la esclavitud negra. Aquella escuela era tan pobre que el profesor de música y ecónomo George L. White, concibió la idea de agrupar a unos cuanto alumnos para que en una gira de conciertos por todo el país  pudieran sacar fondos como financiación de parte de los gatos de la escuela.

Reunió a nueve elementos, siete chicos y dos chicas, de los cuales siete de ellos habían sido esclavos. En 1871 iniciaron su gira de actuaciones. Los comienzos fueron un desastre con un repertorio ligero que a nadie convencía, hasta que se le ocurrió al Sr. White incluir cantos espirituales, contando con la oposición momentánea del grupo que ante la posterior  y continuada debacle, terminaron por aceptar las continuas exigencia del profesor. El miedo por parte del grupo a la mofa y burla de sus tradiciones y sufrimientos mas profundos frenaba al grupo.

Con la incorporación de algunos temas al repertorio el éxito fue inmediato y apoteósico, sobre todo en el entorno del blanco, produciéndose el gran milagro de recaudar cuantiosos fondos y sobre todo el milagro de llevar años después, el mensaje de toda una generación de color. Así nacieron los «Fisk Jubilee Singers». Fue tal el éxito que cosecharon que fueron incluso requeridos por el viejo continente Europa, a donde llegaron en 1983 en una tournée de éxitos clamorosos. 

Así fue como el espiritual  llegó a todos los rincones del mundo desde el primitivo contingente de África y con la transformación lógica del tiempo y la situación creada en los Estados Unidos, sirviendo como patrón para desarrollar otros muchos estilos que dieron vida a aquellos comienzos y desarrollo de la música ligera en el mudo, por supuesto lejos del folclor tradicional de cada país.

Cientos de canciones empezaron a hacerse populares convirtiéndose en cantos populares. Aun  recordamos la maravillosa y celebre «Swing Low, Sweet Chariot»…..

Balancéate despacio, dulce carreta,
que vienes para llevarme a casa.
Balancéate despacio, dulce carreta,
que vienes para llevarme a casa.
 
He mirado el Jordán y ¿qué he visto?..
Un grupo de Ángeles que me seguía,
si vosotros llegáis allí antes que yo,
decid a todos mis amigos, que yo también estoy llegando.
Una veces con mas ánimo, y otras con menos,
pero mi alma está siempre unida al cielo.
 
Balancéate despacio, dulce carreta,
que vienes para llevarme a casa.
Balancéate despacio , dulce carreta,
que vienes para llevarme a casa. 

Los espirituales no son  cantos complicados, ni  en cuanto a su letra y mucho menos su música, quizás su verdadera atracción esté en la manera de interpretarlos. Son el alma del negro sublimizada. Para él, el auditorio le parecía algo sobrenatural. Su especial voz cantando temas de contenido social, enronqueciendo y falseando palabras y frases determinadas, hacían de los ellos un auténtico lamento, a veces incluso una oración.

Tu has hecho correr el río y crecer el espliego.
Tu has hecho al débil fuerte,
pero… Dios… has hecho la noche demasiado larga.
 
Tu has hecho cantar al cuervo una canción de primavera
y me has dado a  mi  una deliciosa canción,
Oh .. Dios… ¿Porqué aquella noche era tan larga?
 
Tengo un corazón y una cabaña
la puerta está abierta de par en par
pero… ¿Para que sirve el corazón, para que sirve
la cabaña, si dentro no hay nadie?
 
Tu has hecho la montaña alta y alto el cielo
Oh… ¿Quién soy yo para decirte que te has equivocado?..
Pero… Dios…. Tú has hecho la noche demasiado larga.

El ingenuo y espontáneo lirismo del canto espiritual, representa el alma sencilla y humilde del hombre de color.

Los espirituales fueron el preludio de cientos de estilos, pero quizás el mas inmediato y el que se comercializó depurando su técnica fue «el blues». Nuestro recuerdo  para Mahalia Jackson, la gran reina de los espirituales por recuperar y traernos muchos maravillosos temas de los viejos y tortuosos espirituales. Gracias a ellas podemos entender mejor la terrible tragedia de la esclavitud negra en los Estados Unidos de Norteamérica.