Entrevista al especialista en tebeos, Antoni Guiral

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29 de junio 2025

HISTORIA DE LOS CÓMICS EN ESPAÑA (II)

 

De la revista  al cómic book (1975-1999) 

 

Antoni Guiral, guionista: 

 

“Somos hijos de nuestro tiempo, la censura nos marcó tanto cuando existió como cuando desapareció”

 

“Burlarse de la monarquía debe ser tomado como un chiste más, el humor tiene que ser libre y campar a sus anchas”

 

“El underground fue una explosión brutal de una gran variedad de autores que pudieron desarrollar sus propias obras”

 

Noé Ramón

 

El capítulo que abarca el período de 1975 a 1999 en el libro Historia de los Cómics en España editado por Tebeosfera fue encargado al guionista y estudioso de las historietas, el barcelonés Antoni Guiral, seguramente porque vivió esos turbulentos tiempos en primera línea. La principal diferencia de este período con el pasado fueron las consecuencias que trajo consigo la desaparición del franquismo y de la censura.

 

Aparece el género erótico o directamente pornográfico como reflejo del “destape” en el cine, el formato cómic book, los tebeos de terror y especialmente llamativo es el rompedor underground barcelonés al que luego tomó el relevo la movida madrileña. Por estos años empieza también a despuntar, aún en estado embrionario, el manga que poco después marcó un antes y un después en el mercado del cómic más popular y una novedad que cogió por sorpresa a los autores y editoriales. 

 

Cuando se le pregunta al autor cuál sería la característica principal del período indica que bajo su punto de vista es la apertura a los adultos de una propuesta que hasta entonces estaba dirigida casi exclusivamente al público infantil. Guiral nos explica cómo se gestó su participación en la obra que en su conjunto resulta básica para entender y conocer el noveno arte en nuestro país. 

 

-Este es un libro que inicialmente se publicó en Francia, en francés y para el público de ese país porque coincidía con unas jornadas que se hicieron en París dedicadas al cómic en España. A mí me encargaron la etapa que va de 1975 a 1999, la que mejor conozco, básicamente porque ese período lo viví un poquito in situ, en directo. Sobre 1984 es cuando entro a trabajar en esta industria y por lo tanto creo que formo parte de ese trozo de la historia. 

 

-¿Cuál fue su planteamiento a la hora de explicar este período?

 

-Como es un asunto que controlo bien, mi planteamiento fue explicarlo a un público extranjero, lo que en realidad significa que no puedes dar por sentadas una serie de cosas que no haría falta explicarlas a los españoles. Era necesario contar el entorno histórico, como se funcionaba en aquella época y a partir de ahí desarrollé el texto.

 

-Está claro que es un momento muy marcado por el final del franquismo.

 

-Sí, la democracia se instaura en el 78, un hecho decisivo en cuanto que da lugar a una explosión y un resurgimiento de la libertad porque hasta entonces la historieta se había quedado un poco estancada. Bruguera y sus tebeos estaban en crisis y a punto de desaparecer por lo que muchos historietistas tuvieron que trabajar para editoriales del extranjero. Ahí se produce también lo que se dio en llamar el boom del cómic para adultos que empezó poco a poco, más o menos a partir del año 1973 al comenzar a publicarse los primeros tebeos del underground. Un fenómeno que luego se concretaría cuando en 1984 aparece la editorial La Cúpula y salen a la calle revistas como El Víbora. 

 

-¿Cómo definiría aquel movimiento?

 

-Pues diría que se produjo una explosión absolutamente brutal de una gran variedad de autores que hasta entonces se habían buscado la vida, trabajando para editoriales extranjeras y ahora veían que podían desarrollar su propia obra. Creo que eso es algo que se notó mucho, de pronto surgió un montón de gente que tenía ganas y libertad para explicar ciertas cosas.

 

-También comenta en el libro que fue un buen momento para las revistas satíricas. 

 

-Sí, más o menos en 1977 aparecen El Papus y El Jueves, dentro de esa explosión creativa, digamos que bastante importante a todos los niveles, en cuanto se trata de una historieta de humor para adultos, más personal, más de autor. De manera que todo se mezcla y hay un estallido importante en el que surgen muchísimos autores y especialmente mujeres porque hasta entonces no había demasiadas. Toda esa libertad creativa fue muy significativa y permitió un desarrollo no sólo artístico sino también industrial, hasta el punto de que algunas revistas llegaban a vender hasta cincuenta mil ejemplares. Empezaron a publicarse también de forma regular libros y álbumes con tapa dura de los clásicos franco-belgas por parte de Junior y Ediciones B, una línea que lamentablemente se perdió.

 

-Tanto al principio de esta etapa como cuando estaba bastante más avanzada era habitual que continuaran los enfrentamientos con el régimen. 

 

-Claro, sobre todo publicaciones como El Papus, que empezó en el año 1973 y coleccionó una buena cantidad de multas y juicios y El Jueves también tuvo algunos. Pero bueno, a partir del año 78 y 79 todo eso va quedando atrás, cuando se aprueba la libertad de expresión aunque claro para llegar a ahí se tuvo que pasar un proceso bastante largo porque recordemos que existía lo que se llamaba la censura previa que no desaparece hasta después del 1977. Y todo eso marcó bastante a la historieta, tanto cuando estuvo vigente como cuando desapareció. Es inevitable porque somos hijos de nuestro tiempo y por lo tanto el entorno político y social es básico para entender el desarrollo del tebeo. 

 

-Muy sonados son los encontronazos que tuvo El Jueves con la monarquía cuando ya habían pasado muchos años de haberse instaurado la democracia y estar aprobada la libertad de expresión. 

 

-Sí, exacto fue con la monarquía porque al parecer hay temas que parecen intocables cuando en realidad no los debería haber, pese a que a algunos no les guste. A mí ciertos chistes sobre determinados aspectos no me hacen gracia pero no se me ocurriría decir que no se pueden hacer, que nadie debe publicarlos, comprarlos, ni leerlos. Ese es un debate que todavía está ahí y mi posición es que debe existir toda la libertad posible y burlarse de la monarquía sólo puede ser tomado como un chiste más, como tantos otros. En una sociedad democrática eso tiene que ser algo perfectamente asumible por todos.

 

-¿Cuál cree que es el límite?

 

-Para mí el único límite lo marcas tú. Ya digo, hay asuntos de humor sarcástico, de humor muy duro que a mí tampoco me gustan pero entonces lo que hago es no comprar la revista. No me interesa lo que hacen pero jamás lo prohibiría. Es decir, bajo mi punto de vista hay que dejar que el humor sea libre, que campe a sus anchas y que sean los humoristas en su propia conciencia los que decidan lo que pueden hacer o no. 

 

-Usted dice que este fue el período en el que surgió el cómic satírico. ¿Hubo alguna diferencia con el que se hacía anteriormente como con El Papus que tenía el significativo subtítulo: Humor dentro de lo que cabe?

 

-La principal diferencia es la llegada de la libertad y de la democracia. Es evidente. Con anterioridad, a esta etapa también aparece La Codorniz, que hacía un humor, digamos que satírico pero sutil y muy inteligente. Además, estaba Bruguera que tenía un contenido bastante duro pero más controlado a partir de la década de los cincuenta, de manera que antes no había muchas revistas que se pudieran catalogar como satíricas. En nuestro país siempre ha habido una gran tradición de ese género que empezó a renacer a partir de 1973 y ahí tenemos también a Barrabás, una revista muy metida en esta corriente con una crítica muy importante al franquismo y que por lo tanto también coleccionó muchísimos juicios y multas. Una etapa a la que evidentemente era imprescindible pasar página. No olvidemos que la extrema derecha puso una bomba en la redacción de El Papus, que mató a una persona. Hablamos de un proceso que ganó a pulso la gente de la calle, los compradores, lectores y los autores y autoras que fueron los que en realidad pusieron en solfa a toda la sociedad. 

 

-¿Y cómo valora la forma en la que se hizo esta labor casi titánica? Supongo que no siempre sería la adecuada ni todo serían aciertos. 

 

-Hicieron su trabajo como tenían que hacerlo, unos de forma más bestia y otros más o menos críticos y duros, pero en definitiva lo importante es que lo desarrollaron de una manera correcta. Recordemos que también en 1975 nació Butifarra, un equipo que a veces no se les menciona mucho pero que se dedicaron a la historieta social e incluso diría que didáctica saliendo a los barrios de Barcelona y alrededores. Eso también fue importante. De manera que en esos años confluyen toda una serie de aspectos como el movimiento underground que oficializó El Víbora, luego salió Makoki, dentro de un proceso lógico por el que debíamos pasar y del que vivimos su desarrollo. 

 

-El underground tuvo su principal epicentro en Barcelona, más que en Madrid.

 

-Sí, de hecho se inició en Barcelona en 1973 cuando se publicó El Rrollo Enmascarado, y otras revistas parecidas y luego llegó a Madrid aunque la verdad es que tardó más, lo que no impidió que allí también se publicaran bastante cosas interesantes gracias a la movida madrileña. En resumen, digamos que en Madrid hubo muchos fanzines y revistas que mezclaban la música con la historieta y que básicamente el underground se desarrolló en Barcelona que es donde nace El Víbora, por ejemplo. 

 

-La pregunta inevitable es por qué surgió exclusivamente en Barcelona.

 

Pues porque desde 1973 aparecieron una serie de autores y autoras, unos movimientos especializados y editoriales como la que publicó Star, revista que trajo a España una gran parte de lo que se venía haciendo en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos. Por lo tanto, no es raro que Star sufriera también mucha censura y tener que pagar bastante multas hasta que al final tuvo que cerrar. Pero bueno, todo eso era un caldo de cultivo que se gestó, luego explotó y favoreció que este tipo de historietas llegaran a otras revistas.  Recordemos que hubo publicaciones literarias o musicales como Vibraciones que acogieron a los cómics de la manera más natural posible.

 

-De esa época el único superviviente es El Jueves, lo que supone todo logro y casi milagro. 

 

-Surgieron en el 77 que era un buen momento y cuando se suponía que la democracia ya empezaba a estar instaurada, incluso antes de aprobarse la Constitución. Y claro, El Jueves marcó un punto y aparte porque es la revista que más se ha implantado y tenido continuidad, llegó a registrar ventas de cientos de miles de ejemplares por semana, gracias también a los regalos que hacía. Y además, no sólo eso, sino que publicaron otras revistas o libros a través de Ediciones El Jueves, de manera que se convierte en un caso aparte y muy especial. Al principio no era propiedad de los autores pero luego pasó a ser una editorial constituida, dirigida y controlada por humoristas gráficos. Y eso es muy importante. 

 

-Pero en un momento dado entraron inversores y entonces fue cuando empezaron los problemas, según quienes vivieron aquellos tiempos. 

 

-Primero fue una editorial, después entró Zeta, luego la llevaron los propios autores y finalmente hace unos años la compró RBA, un gran grupo editorial y claro, ya se convirtió en otra cosa aunque siguieron publicando hasta ahora que han pasado de ser semanal a mensual y al parecer sobreviven y lo llevan muy bien. 

 

-Otro género característico de este período es el de terror.

 

-Sí, empezó sobre todo en los setenta cuando hay un boom del cine de terror, especialmente en España, Italia y Alemania, con muchas coproducciones entre estos países. Al principio, más o menos entre 1971 y 1977 son ediciones españolas de revistas de Estados Unidos. Ahí apareció mucho material de terror que es un género muy valorado y en el que se publicaron cosas muy interesantes. 

 

-Otra novedad de estos años es la aparición del salón de Barcelona, que luego se convirtió en el más importante de España y cita para los miles de aficionados, junto con los otros que iban apareciendo. 

 

-Sí, exacto, eso pasó en 1981 y su creación fue de pura lógica porque al ir surgiendo cada vez más revistas y ver como la industria se iba desarrollando pues entonces era necesario tener un escaparate en el que mostrar lo que se hacía.

 

-Y no menos importante es para usted la aparición de las librerías especializadas. 

 

-Sí, es importante. Empezaron a finales de los setenta pero sobre todo fue a principios de los ochenta cuando surgieron muchísimas a lo largo de toda España. Eso abrió una nueva perspectiva a todos los niveles porque se convirtieron en el lugar perfecto para encontrar todo aquello que era más difícil que estuviera en los kioscos. También permitió el desarrollo de los fanzines, de las revistas autopublicadas por aficionados que se vendían en estas librerías, principalmente. 

 

-Es que precisamente hablamos de la época en la que quizás tuvieron más auge los fanzines. 

 

-Sí, en 1981 empezó a surgir una lista interminable pero recuerdo por ejemplo Zero que apareció en Barcelona gracias a que era posible venderlos en estas librerías con una tirada mínima. Aquí también surgió una verdadera generación de historietistas como Toni Garcés, Eduard Bosch, Mike Ratera, Miguelanxo Prado, José María Benoit o Pedro Espinosa… en fin. Todo eso fue importante 

 

-Como dato negativo está la quiebra de Bruguera, de la que fue víctima el propio Ibáñez.

 

-Ocurrió en 1983 cuando hubo una primera suspensión de pagos porque no se había hecho una buena gestión. En 1985 Ibáñez se marcha y Escobar sale un año después cuando la situación se vuelve insostenible y se produce una debacle en el cómic de humor y también en menor medida en el de aventuras. Ahora nos encontramos con revistas juveniles sobre series de televisión, una industria bastante importante. 

 

-¿Cómo influyó el destape?

 

-Pues hubo un poquito de todo porque permitió que se desarrollaran las revistas pornográficas, evidentemente y también las eróticas y eso fue una fórmula que tuvo mucho peso, no tanto por el destape sino porque la libertad permitía que los historietistas pudieran hacer las obras que necesitaban y quisieran. A partir de entonces si tenía que haber desnudos “por exigencias del guión”, como se decía entonces en las películas, pues se ponían con toda la  naturalidad del mundo. Pero claro, una cosa era el cómic erótico, otro el de adultos y uno más el pornográfico. 

 

-¿Y cómo definiría el cómic book, género que también fue característico de estos años?

 

-Digamos que básicamente es un cuadernillo de veinticuatro a treinta y seis páginas que resultaba más barato y que aquí tardó en asentarse y de hecho no llegó hasta el año 82 gracias a Cómic Fórum. Antes, la editorial Vértice era la que publicaba el material de Marvel en formato de bolsillo y en blanco y negro. En ese año hubo un boom importante y han llegado hasta hoy aunque lógicamente ya no existen “los de grapa” como se llamaba, sino que ahora son libros de más de noventa páginas. Todo esto coincidió con la época en la que Marvel y DC hicieron obras importantes dirigidas a lectores más adultos.

 

-Entonces para finalizar ¿Cuál diría que es la herencia que ha dejado la época que usted reflejó en el libro que va de 1975 a 1999?

 

-Pues tal vez sería que el cómic book abre la puerta a un lector más adulto, lo que continúa en la actualidad, pensando a veces en hacer luego una película de superhéroes que sin duda han sido importantes para mantener el mercado. Pero bueno, digamos que hay una apertura hacia ese lector más adulto a la hora de tratar muchos más asuntos, mucho más críticos y eso me parece muy interesante.