Colisiones: un caso de vida o muerte para el cachalote en Canarias
22 de mayo de 2025. Dos cachalotes más mueren por colisión con buques en Canarias. Las colisiones están arriesgando la extinción de la población local de Moby Dick en el archipiélago
Dos muertes más de cachalotes con grandes cortes producidos por choques con barcos en Canarias. El cachalote en Canarias va rumbo a la extinción local, crónica de una muerte anunciada desde hace ya décadas. Los dos cachalotes aparecidos ahora con enormes cortes frontales al Este de Tenerife son una prueba más de que este grave problema continúa. El primer ejemplar detectado, varado en la costa, se trataba de una hembra de tan solo 9 metros, el tamaño al que alcanzan la madurez sexual, de modo que probablemente solo se haya reproducido una vez, o ninguna, antes de morir arrollada. El segundo ejemplar, aún a la deriva en aguas costeras, parece de menor tamaño, lo que sugiere que es un juvenil que no tendrá la oportunidad de contribuir a recuperar la población. Una hembra de cachalote solo tendrá unas 10 crías en su vida y en cada una invierte tanto esfuerzo: más de un año de gestación (14-16 meses para parir una cría de unos 4 m de longitud, varios años de lactancia y aún más tiempo de guía, hasta que los machos jóvenes abandonan el grupo familiar materno a unos 10 años de edad. Las hembras normalmente permanecerán en el grupo materno de por vida. Estos grupos son típicamente matrilineales y se establecen duraderos lazos familiares alrededor del cuidado de las crías. Las hembras más viejas acumulan conocimientos valiosos para guiar al grupo en busca de zonas productivas de alimentación dentro del gran azul oceánico de aguas cálidas y templadas. Aunque pueden moverse centenares o incluso hasta cuatro mil kilómetros en busca de alimento, tienen fidelidad espacial por su territorio natal. Los machos madurarán solitarios en aguas frías y se unirán a los clanes matrilineales solo en viajes migratorios de reproducción, cuando alcancen unos 30 años de edad. Estos números reflejan una historia biológica vital no tan distinta de la humana. En estos grupos sociales tan unidos, la pérdida de un individuo es mucho más que un número, se pierde un eslabón de la estructura social, con significado y trascendencia. En Canarias ya se han perdido demasiados. Los últimos estudios muestran un declive catastrófico, una reducción a la mitad en la abundancia del cachalote en Canarias. Esto es a pesar de que el archipiélago es visitado por individuos de zonas cercanas, de modo que se convierte en un “hábitat de sumidero atractivo”, que ofrece buenas condiciones a los cachalotes, pero donde el peligro de colisión es demasiado alto y mueren más animales de los que nacen a la población.
El cachalote es un animal que bate muchos récords: el depredador de mayor tamaño del océano, el que emite los sonidos más potentes para poder eco-localizar a distancia a sus presas en la inmensidad oscura de las aguas profundas, la nariz más gigante del planeta (necesaria justamente para poder emitir sus potentes chasquidos de ecolocalización), el cerebro de mayor volumen del mundo animal. A pesar de este gran cerebro, aún no han aprendido a evitar los choques con buques. Esto no es tan difícil de comprender. Los humanos ponemos límites de velocidad al tráfico en zonas habitadas, no permitimos que los coches aceleren al máximo de sus posibilidades. En el océano, sin embargo, el límite de velocidad lo marca la tecnología. En menos de lo que dura la vida de un cachalote (su longevidad es de al menos 70 años) se ha más que duplicado la velocidad de los barcos y se ha aumentado en más de un 100% el número de buques que transitan su hábitat (en algunas zonas el incremento es de un 300%). Los cachalotes necesitan descansar en superficie para poder realizar sus famosas proezas de buceo. Si interrumpen su descanso cada vez que oyen un buque acercarse, no podrían recuperar fuerzas para cazar en buceos que pueden alcanzar casi 3 km de profundidad y más de dos horas de duración, en apnea. Por tanto, a lo largo de su vida se han visto obligados a acostumbrarse a soportar pases cercanos de barcos, hasta que uno de esos pases es demasiado cercano y les cuesta la vida. No han tenido tiempo evolutivo para modificar su comportamiento, porque los cambios humanos son demasiado rápidos, y hemos llenado de autopistas de alta velocidad los océanos en una generación del cachalote.
Canarias es importante para el cachalote en el Atlántico noreste. Aquí se reproduce y se encuentran grupos familiares en todas las estaciones, con individuos reconocidos a lo largo de los años. Aunque el cachalote habita todos los océanos del mundo, su abundancia global está descendiendo, y en algunos sitios, como en Canarias, el descenso es en picado. ¿Estamos dispuestos a hacer cambios como sociedad para salvaguardar al cachalote en Canarias?
Redactado por Natacha Aguilar de Soto. Centro Oceanográfico de Canarias (IEO/CSIC) y Marc Martín Solá. Universidad de La Laguna.