Editorial: La titulitis

¡Como han cambiado las cosas..!

No han pasado muchos años desde que en este país apenas había unas cuantas universidades centralizadas esencialmente en Madrid, Barcelona, Bilbao, Navarra y un pequeño reducto en La Laguna, con pocas especialidades, pero al fin y al cabo abierta como Universidad. Esta situación, sus costos y la selección exhaustiva de los alumnos, provocó que accedieran a la universidad solo los privilegiados, convirtiendo algo tan esencial como es la cultura en un elitismo prolongado propio de países tercermundistas. Los hijos de los ricos, sin elección posible continuaban la profesión de sus mayores que seleccionaban  sus carreras para continuar instalándose en la sociedad como si de una «saga» eterna se tratase. Así nos encontramos aún con generaciones de médicos o abogados pertenecientes a las mismas familias.

Pero la veda se abrió, necesitábamos dar un golpe de autoridad demostrando al mundo que nuestro país se había democratizado, y sin control ninguno pusimos una Universidad en cada una de las capitales del Estado y en algún que otro municipio de grandes dimensiones.

No podemos estar en contra, ni muchísimo menos de acercar la Universidad a todo aquel que desee prepararse bien para el futuro, por el contrario hasta puede parecernos que se han quedado cortos, pero ese descontrol del que hablamos ha convertido el Estado, en miles y miles de licenciados que hoy engrosan las listas del paro, intentando buscar un empleo que nunca llega, al final recurren a oficios como el de  camarero (digno por supuesto), pero alejado de aquello para lo que se fueron  preparados.

A los jóvenes de hoy «no les mola» el tema de la «Formación Profesional», la mayoría prefieren ser licenciados en lo que sea, el caso es ser doctor en alguna materia que les dé cierta categoría que en otro tiempo nunca hubiesen tenido, muchos de ellos azuzados por unos padres que jamás tuvieron esa oportunidad.

Pero… ¿Qué pasa con lo profesional?… ¿Con lo que de verdad hoy pueden tener una oportunidad? ¿Qué ocurre con los electricistas, fontaneros, mecánicos preparados y profesionalizados?.. Pues es bien sencillo que brillan por su ausencia. Hay pocas escuelas profesionales y el alumnado no está interesado, solo recurren a este aprendizaje aquellos que no tienen muchas ganas de estudiar,  o por el contrario los que viendo la imposibilidad de acceder a la Universidad, optan como recurso a la preparación profesional. Por supuesto, siempre hay excepciones.

Una vez más la culpa no la tienen los chicos, la culpa la tiene el propio sistema y sus responsables en Educación que los motivan  a acceder a una Universidad fácil, para luego dejarles tirados, masificando las aulas y trasladando el problema a profesores y rectores, que no saben como parar el aluvión de alumnos con escaso futuro. Hace unos apenas unos días se presentaron 40.000 licenciados en Medicina para intentar acceder a un  puesto de trabajo eventual a través de aprobar unas durísimas pruebas del MIR, donde solo pueden acceder 8.000. Lo que quiere decir que 32.000 médicos tendrían que ejercer en sus casas de forma altruista y voluntaria, poniendo sus conocimientos al servicio de la familia, que alborozados pensaran… ¡Tenemos un médico en la familia!

Mientras tanto la demanda de electricistas, fontaneros, mecánicos, camareros etc… sigue creciendo.

No es popular lo que decimos, pero es la realidad.