Editorial: Las empresas se ceban con los trabajadores

Ayer me decía un amigo, licenciado él, y con más de 30 años de experiencia demostrados… «No sé que hacer llevo trabajando a jornada completa con una importante responsabilidad y me quieren liquidar mensualmente por apenas 900 euros». En su empresa por la reiteradas y sucesivas quejas de este buen profesional le dicen, que o lo toma o lo deja, no hay más,  y además hay muchos que harían ese trabajo cuailifcado incluso por menos dinero. Estamos hablando de un profesional, que hace apenas dos años sus honorarios superaban los 3.000 euros. Todo ello supone una restructuración en el seno familiar con los subsiguientes cabreos permanentes  y la impotencia ante una situación tan complicada.  Lo malo de todo ello es que no ve, mi amigo, señal alguna que le haga pensar que pronto cambiaran las cosas.

Pero este no es un hecho aislado, por el contrario se viene produciendo con mucha frecuencia en una situación donde el despido sale barato y los aspirantes a un puesto de trabajo basura se multiplican por miles. Evidentemente en un situación como ésta la solidaridad de compañeros trabajadores brilla por su ausencia. Todos estamos dispuestos a ir a cualquier manifestación que se presente en contra de los recortes y del trabajo precario, pero cuando se trata de disputar un puesto, da igual las condiciones, no importa que mandemos a un compañero al paro, y aún importa menos que nos hagan trabajar como bestias a jornales irrisorios. Ahí la solidaridad no existe y aparece aquello de «¡Sálvese quien pueda!

A esta situación estamos llegando, mientras tanto empresarios, ejecutivos de alto nivel, Directores Generales y responsables institucionales, se frotan las manos aprovechando el filón que les ha traído la crisis, que de lo malo malo… esto es lo mejor.

Sufrimientos y mas sufrimientos en las economías familiares que ya, ni aún ahorrando y recortando al máximo pueden llegar a final de mes. Tendremos que optar como mal menor a comer un día sí y otro no, o simplemente recrearnos con el sabor de una sopita donde el mismo hueso o pollo, se ha cocido mil veces.

El sacrificio siempre lo hacen los más débiles, los empresarios por su parte se lamentan de ganar menos que otros años, cobrando dividendos multimillonarios, aunque eso sí por debajo de momentos de más bonanza, pero al fin y al cabo siguen siendo suculentos beneficios.

Los que aún tienen trabajo, o los que acceden a ocupar un puesto de trabajo que otro compañero desechó por que se niega a ser explotado, deben pensar en la verdad de aquel refrán ocurrente que dice … «Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar».

Para que no sigan produciéndose estas injusticias sociales, solo hay una forma,» todos perdemos con la crisis y todos somos solidarios con la situación». No hay otra manera.