EL ECONOMISTA DE LA ULL SERAFÍN CORRAL CONSIDERA QUE “NO HAY CORRELACIÓN DIRECTA ENTRE MÁS TURISMO Y MÁS PROSPERIDAD”

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Canarias se enfrenta a una encrucijada histórica: el modelo turístico que ha sustentado su economía durante décadas amenaza con provocar un colapso ecológico, social y energético. Así lo advierte el catedrático de Economía Aplicada y Métodos Cuantitativos de la Universidad de La Laguna Serafín Corral, quien alerta de que el archipiélago ha “sobrepasado sus límites” y necesita con urgencia redefinir su modelo de desarrollo, puesto que “no hay una correlación directa entre más turismo y más prosperidad”.

 

Desde 1990, las islas han recibido decenas de millones de turistas, pero este récord no se ha traducido en una mejora proporcional de la calidad de vida. “Canarias tiene una de las rentas per cápita más bajas y una de las tasas de desempleo más altas de Europa”, recuerda Corral. La paradoja, según señala, es que “a pesar de ello, seguimos atrayendo tanto turistas como nuevos residentes, lo que demuestra que el PIB ya no es el único referente de bienestar”.

 

El catedrático lidera el grupo de investigación PENSARES que estudia modelos de postcrecimiento en territorios insulares, una corriente que cuestiona la lógica del crecimiento económico ilimitado. En su análisis, Canarias se ha convertido en un “laboratorio de insostenibilidad”, donde la densidad de población, la presión sobre recursos naturales y el impacto ambiental del turismo intensivo han superado los umbrales sostenibles. “Estamos aguantando, pero no sé por cuánto tiempo más”, advierte.

 

Corral pone el acento en la falta de soberanía sobre la planificación turística. “Por ejemplo, la estrategia turística de Adeje o de Arona no se decide en Canarias”, denuncia, subrayando la influencia de intereses externos. Esta dependencia se agrava con una gestión territorial que no ha tenido en cuenta los límites biofísicos: “vivimos muy por encima de nuestras posibilidades”, afirma.

 

Más allá del impacto ecológico, el modelo actual ha provocado una creciente fricción social. “El turista ya no ocupa solo espacios específicos; hoy está en todas partes, impulsado por redes sociales y plataformas digitales. Y eso ha transformado la percepción local: lo que antes era fuente de orgullo, ahora se vive como una amenaza”, explica Corral.

 

Esta transformación ha generado lo que el economista denomina una “pérdida de hospitalidad simbólica”. “Estamos perdiendo los elementos intangibles que hacían posible la convivencia con el turismo: el sentido de comunidad, la identidad cultural, la relación equilibrada con el visitante”.

 

La solución, sostiene, pasa por abrir un debate profundo y participativo sobre el modelo turístico. “Necesitamos un nuevo contrato social: decidir colectivamente qué tipo de turismo queremos y para quién”, afirma. Una de las herramientas clave para ello es la construcción de nuevos indicadores de prosperidad, como los que se han comenzado a aplicar en San Cristóbal de La Laguna. “No se trata solo de empleo y renta: hablamos de acceso a servicios, integración, tiempo libre, bienestar emocional”, precisa.

 

Pese al diagnóstico sombrío, Corral señala que hay alternativas viables. Una de ellas es el impulso de comunidades energéticas locales, como Enérgetica en Tenerife o Energía Bonita en La Palma, que promueven la producción descentralizada de energía renovable y la participación ciudadana. “Son experiencias pioneras, comparables a las de Islandia o Escandinavia, que demuestran que otro modelo no solo es posible, sino que ya existe”, asegura.

 

Pero para que ese cambio cristalice, concluye, hace falta una transformación estructural de las prioridades políticas y económicas del archipiélago. “No se trata solo de regular el número de turistas, sino de repensar para qué vivimos, cómo habitamos estas islas, y qué legado queremos dejar”.

 

(Esta nota de prensa es un resumen de un reportaje en la web de la ULL. Pueden consultar la versión completa aquí).