El largo adiós de Jorge Alayón: de joven promesa del socialismo a cruzado ultracatólico
Jorge Alayón González no fue un militante más. Fue un rostro conocido de las Juventudes Socialistas de Canarias, alguien con ambición política, carisma y cargo. Secretario general en Arona, vicepresidente del Comité Nacional, delegado del Comité Federal, asesor en el Ayuntamiento de Arona, y miembro de la Comisión Ejecutiva del PSOE en Tenerife. Era, para muchos, un cuadro político en construcción, de esos que podrían escalar a las más importantes listas electorales si sabía jugar bien sus cartas.
Pero Jorge decidió cambiar de mazo. Lo que comenzó como una disputa interna terminó siendo el inicio de una mutación ideológica profunda. La primera señal de alarma se dio en 2020, cuando denunció lo que él calificó de “purga” dentro de las Juventudes Socialistas de Arona. Su apoyo incondicional a José Julián Mena –alcalde de Arona, entonces enfrentado con la dirección del PSOE– lo dejó en la diana. Fue cesado junto a otros compañeros, y aunque ambos –Mena y él– volverían más tarde al partido, Jorge ya no era el mismo. Esa purga, que él vivió como una traición, marcó el comienzo de su ruptura emocional con el PSOE. Fue el primer paso hacia su decadencia política.
Es en ese momento cuando empiezan a circular audios de Jorge cargando duramente contra Pedro Sánchez, al que llama “dictador”, y criticando con amargura la falta de democracia interna en el partido. Pero sus palabras no se detienen ahí: también arremete contra otros dirigentes, desvela dinámicas internas preocupantes y, en conversaciones privadas, desliza ideas que hasta entonces le habrían costado la expulsión.
Sin embargo, lo verdaderamente alarmante no fue su alejamiento del PSOE. Un militante puede decepcionarse, cambiar de opinión o incluso irse a otro partido de izquierda. Lo llamativo es el lugar al que fue a parar. Jorge no solo rompió con el socialismo: abrazó un proyecto ideológico diametralmente opuesto. Comenzó a vincularse con entornos ultracatólicos, próximos al Opus Dei, como Hakuna y EFETA. En redes sociales sigue a cuentas como Abogados Cristianos y el propio Opus Dei. En comentarios en Instagram, ha criticado públicamente la gestión migratoria, el aborto, y otros derechos que él mismo defendía durante su etapa en las Juventudes.
La transformación es tan radical como desconcertante. De militar en un partido que luchaba por los derechos LGTBI, el feminismo y el laicismo, a alinearse con un catolicismo político profundamente conservador, Jorge Alayón ha cruzado una línea que no muchos se atreven a recorrer, y lo ha hecho sin complejos. La fe ha reemplazado al programa. La obediencia espiritual, al activismo crítico.
Más preocupante aún es la inacción de las Juventudes Socialistas. Incluso cuando ya se manifestaban signos evidentes del giro ideológico, la organización no alzó la voz. No se planteó una expulsión. No se abrió un debate. Se mantuvo en silencio, tal vez por miedo, tal vez por intereses personales. Tal vez, simplemente, por incapacidad de reconocer su fracaso.
Porque el caso de Jorge Alayón no es solo el de una persona que se desilusiona. Es el caso de una organización juvenil que fue incapaz de detectar (o quiso ignorar) la deriva de uno de sus miembros más visibles. Es también el espejo de un partido que tolera el anillismo, la doble militancia ideológica y la incoherencia sistemática mientras se hable en nombre del poder interno.
Hoy Jorge Alayón es otra persona. Se ha alejado de la izquierda, de la política institucional y de todo lo que representaba. Pero su caso sigue siendo un síntoma, un aviso de que la militancia no se puede gestionar como si fuera una congregación de leales. Porque cuando la fe sustituye a la política, y la crítica interna se convierte en herejía, solo queda el dogma. Y en ese terreno, Jorge ya encontró su nueva casa.