LA CONCENTRACIÓN  DE ESTUDIANTES MIGRANTES/EXTRANJEROS/MENORES NO ACOMPAÑADOS  EN LA ESCUELA PÚBLICA Y EL EFECTO WHITE FLIGHT.

Por Miguel Ángel Hernández Concepción.
Profesor Bachillerato, Acceso a la Universidad  Personas Adultas,  Especialista e Investigador. Acreditado para la Dirección y Evaluación de Centros. Nivel 7 Marco Europeo de Cualificaciones(EFQ).

Entre los problemas planteados al sistema escolar por la intensa llegada en los últimos años de alumnos(as)  migrantes/extranjeros/menores no acompañados ocupa un lugar prominente el de la concentración de estos alumnos(as) en unos pocos centros, con preferencia públicos. Incluso los que ven en este alumnado una oportunidad para mejorar la educación cívica o ética de los estudiantes, no dejan de reconocer que la concentración de extranjeros(as) en un centro suele dar lugar a problemas, a evitar desde el punto de vista pedagógico porque dificultan el funcionamiento de los centros y desde el punto de vista social porque la constitución de “guetos escolares” favorece la segregación y dificulta la integración del alumnado de origen diferente al español. A nuestros efectos da igual si los problemas se diagnostican como incapacidades del centro o incluso de la sociedad, como en el texto siguiente: “la preocupación de que un centro llegue a tener un alumnado mayoritario de niños/jóvenes de otro origen, aunque esa sea la composición de la población de la zona, muestra la dificultad de la institución escolar como dispositivo para atender la diversidad real del alumnado y de la sociedad autóctona para “quedarse en minoría”.

No es aventurado afirmar, sin embargo, que la cuestión de la concentración de migrantes/extranjeros/menores no acompañados ha alcanzado con mucha frecuencia los medios de comunicación y ha tenido gran relevancia política porque se produce sobre todo en centros públicos. Han sido los defensores de la escuela pública quienes más han contribuido a dramatizar la cuestión, contando con la concentración de alumnado extranjero  entre las causas de una presunta decadencia o deterioro de la escuela pública, acusando a la escuela concertada (pagada por todos) de arreglárselas con malas artes para mantenerse libre de alumnado de origen extranjero y exigiendo a los poderes públicos la adopción de medidas para un reparto equitativo como está ocurriendo con la llegada imparable de personas en pateras a las costas de Canarias.

Parece que el principio del esfuerzo compartido que inspiró la Ley Orgánica de la Educación (LOE) allá por el 2006 se ha diluido con el tiempo, es decir, los cambios que se introdujeron en las normas de admisión del alumnado con el fin de distribuir a los estudiantes extranjeros de forma equitativa entre centros públicos y privados no solo no se ha cumplido sino que, desgraciadamente, nuevas leyes progresistas en materia educativa siguen sin dar respuesta a este gravísimo problema en muchos centros, sobre todo en Andalucía y Canarias dando como resultado el fenómeno que se denomina white flight lo cual significa que cuando en un centro escolar empiezan a concentrarse migrantes/extranjeros/menores no acompañados, las familias españolas, o al menos algunas de ellas, evitan inscribir a sus hijos(as) en él, incluso si ello significa mayor distancia/desplazamiento  o si han de acudir a argucias administrativas como modificar los datos del padrón municipal para solicitar el cambio de centro.

La concentración de alumnado extranjero  en ciertos centros , públicos o privados, depende ante todo de su segregación residencial, un fenómeno intensamente estudiado por demógrafos y sociólogos urbanos, pero que también ha interesado a juristas. Los especialistas en educación, por su parte, tienden a aceptar la segregación espacial como algo dado y a ocuparse del papel que desempeñan en el proceso otras causas, como las normas de admisión de alumnos(as) en los centros y que se deciden en el Consejo Escolar. En los sistemas de zonificación, que no permiten elección de centro, como lo eran en el siglo XX y en buena parte lo siguen siendo hoy en día Francia y EEUU, la concentración de alumnos de origen diferente al nacional  y la segregación social de las escuelas en general se limita a reflejar la segregación residencial, por mucha inventiva que desarrollen algunos padres para saltarse la legislación.

Así, pues, en la intensa y ya larga polémica sobre la elección, mientras sus defensores ensalzan cómo incrementar la libertad y la eficacia, sus detractores, sin dejar de dudar de esta última, insisten en particular en sus beneficios para las clases medias, que la usarían como estrategia de distinción a poco que pensemos en centros que todos conocemos en cualquiera de nuestras islas. En particular, pocos niegan que los sistemas de enseñanza que, como el español, permiten la elección de centro, esta produce procesos de segregación social que aumentan la concentración de los alumnos migrantes/extranjeros/menores no acompañados en ciertos centros de Andalucía y Canarias por encima de lo esperable de la mera segregación residencial. En la próxima entrega me ocuparé de responder a la cuestión de cómo es que la elección de centro produce más segregación social que la zonificación ya que pueden distinguirse tres clases o niveles de mecanismos y, por supuesto, por qué existen direcciones de centros que, a pesar de las regulaciones vigentes, despliegan tácticas de selección de estudiantes, evitando escolarizar en sus aulas a alumnos migrantes/extranjeros/menores no acompañados, intentando convencer a sus  familias o tutores legales de que no existen plazas, de que sus hijos o tutelados  no reúnen el perfil  y que es más conveniente hacer la pre-inscripción en otro centro.

Sin lugar a dudas, pese a quien pese, todo parece indicar que hay actitudes racistas latentes que, no atreviéndose a manifestarse abiertamente por su fuerte indeseabilidad social, buscan otras legitimaciones para sus comportamientos como que los migrantes/extranjeros/menores acompañados retrasan el ritmo de la clase o generan  conflictos de convivencia. Quienes desde dentro del sistema educativo, y contra la percepción espontánea de alumnos(as), familias y docentes, magnifican los problemas que el alumnado extranjero origina en los centros deberían ser conscientes de que  pueden estar provocando con sus gritos las dinámicas de la segregación que presumen querer evitar cuando, en realidad,  lo que acrecientan es el aumento de la desigualdad y la cada vez mayor polarización social con todos y cada uno de sus riesgos y peligros como las conductas radicalizadas o extremas de jóvenes extranjeros que ven como sus expectativas se ahogan en el mar de las injusticias,  los prejuicios de clase y el egoísmo dinerario.