La ignorancia activa: la gran lacra del siglo XXI…
Si consultamos el diccionario vemos como definición de ignorancia a la falta de conocimiento, lo que no deja de ser la descripción más simple y sencilla. Pero no siempre es todo tan sencillo. En la sociedad actual, esa definición puede distinguirse también como «ignorancia pasiva«, algo originado en la carencia de conocimiento, en la inconsciencia. Algo involuntario…
Frente a ella se sitúa la «ignorancia activa«. Aquella referida al acto consciente de ignorar estímulos, pensamientos o información, para centrarse en un objetivo específico o mantener un estado mental deseado. También nos podemos referir a ella como la asimilación y el uso activo de información engañosa, aunque la podamos creer verdadera. Ese es el éxito de las noticias falsas (me niego a usar el anglicismo «fake news», teniendo su traducción al español). Esa es la gran y más importante regla de juego del fascismo y sus allegados populistas…
El objetivo no es otro que deslegitimar las instituciones, erosionar la Democracia y generar desconfianza. Tanto hacia las normas e instituciones democráticas, como hacia los partidos políticos, los medios de comunicación que no sean «afines» a su «ideología», y fomentar la polarización social. Se trata de no aceptar la verdad, los datos probados, sino poner énfasis en el bulo repetido hasta la saciedad. Dotando, en definitiva, de validez el postulado de Joseph Goebbels: «Una mentira mil veces dicha, se convierte en una gran verdad«…
Evidentemente, mientras el «ignorante pasivo» lo es por desconocimiento, el «ignorante activo» elige serlo. No tiene que ser una persona de escasos estudios o bajo nivel cultural: puede ser una persona preparada y haber caído en la manipulación social que tan bien dominan como táctica estos populistas. Si se pone empeño en la distorsión de la información, si se usan tácticas psicológicas y discursos de odio o de miedo, es posible manipular a amplios sectores de la población. Sustituir el pensamiento crítico por el emocional…
Este cambio de pensamiento provoca que sea más fácil aceptar promesas simples e irreales, pero teóricamente de cumplimiento rápido, que compromisos reales y fiables con datos y estudios que los avalen, pero que requieran un proceso de realización. No vamos a encontrar estadistas entre estos trileros, sólo personajillos que buscan un éxito personal rápido en la política, desechando la causa del bien común que debería ser, en esencia, lo que motive a cualquier persona dedicada a la política…
El ignorante activo entra (las más de las veces sin saberlo) en el juego del populista o fascista que le utiliza. Defiende sus propuestas aunque vayan en su perjuicio. Así nos encontramos con trabajadores que defienden a quien sólo intenta beneficiar al alto empresario, a pobres que defienden bajadas de impuestos a los ricos, aunque signifique reducción de sus Derechos Sociales y los servicios públicos, etc…
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha dejado el dato de que al 38% de los menores de 24 años no les importaría vivir en un régimen “poco democrático” si eso le garantiza una supuesta “mejor calidad de vida”. ¿Hay algún mínimo indicio de lógica en eso?. Tenemos que recordar también el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, «aupado» en gran medida por el voto de pobres e inmigrantes (los mismos a los que ahora deporta a campos de concentración como Guantánamo o a cárceles en El Salvador)…
En tiempos donde el acceso a la información es más fácil que nunca antes, la desinformación campa por sus anchas, y los bulos se propagan más rápidamente que las noticias reales. Con complicidad de ciertos medios de comunicación incluso, además de redes sociales plagadas de «elementos» cuya única función es la difusión de mentiras que beneficien al populista, al fascista de turno, está claro que la ignorancia activa se ha convertido en una lacra. Y muy peligrosa…
Ángel Rivero García