La impronta de la mar en la Bajada de la Virgen de Las Nieves (y VII)

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Mario Suárez Rosa

La Regata Lustral.

Presencia palmera.

Hasta 1974, las regatas que se celebraban en las islas establecían su clasificación según el tiempo real de llegada a meta. Esto suponía que, en igualdad de condiciones, algunos barcos no tenían nada que hacer ante otros debido las evidentes diferencias entre las esloras y prestaciones de cada uno. El sistema de tiempos compensados se aplicó a la Regata Lustral en la edición de 1975 cuando se creó, por primera vez, un Comité de Regatas compuesto por Javier Gorostiza Trujillo, Ignacio Pérez-Galdós de la Torre y José Feliciano Reyes.

Este año aparecen nuevas embarcaciones cuya incorporación supondrá un remozamiento de la vieja flota canaria. Estas nuevas unidades irán sustituyendo a los barcos de madera, construidos en muchos casos en las propias islas. La aplicación de modernos sistemas de fabricación, que incluyen el empleo de novedosos materiales como la fibra de vidrio, supone que los nuevos miembros de la “armada” canaria presuman de otro tipo de líneas, maniobras más ligeras y unos velámenes que permiten competir con mayor comodidad y rapidez.

En esta edición participa, a bordo del barco grancanario `Marisel´, Armando Rodríguez González siendo, por tanto, el primer palmero en competir en la regata. El mismo Armando se encargaría en posteriores ediciones de tomar los tiempos de llegada de los participantes para lo cual empleaba un reloj de los usados en colombofilia, ya que este tipo de reloj emite un ticket con la hora exacta.

En 1980 se producirá la primera participación de una embarcación palmera. Se trata del `Cruz del Sur´, un barco cuyo propietario era Arnoldo Bienes Díaz quien, acompañado por su hermano Gregorio, por Armando Rodríguez González y por Francisco Pérez García, lograron que la isla se viera representada en la prueba al cumplir 20 años de su primera edición.

El `Cruz del Sur´ era un barco fabricado por el astillero sueco Markant, concretamente el modelo de 31 pies de eslora (9.40 metros). Este barco se encontraba de paso por Canarias y tuvo la mala fortuna hundirse en la playa de Puerto Naos, tal y como recuerda Gregorio Bienes. Su hermano Arnoldo compró el barco y se encargó de las tareas de rescate para lo que utilizaron una pala mecánica. Tras realizar los trabajos de puesta a flote, reparación de los daños producidos en el casco y cambio del motor, es abanderado en España en 1978. A partir de ese año los hermanos Bienes Díaz comienzan a realizar travesías entre las islas animándose a participar en la Regata Lustral, como ya se ha expuesto.

Gregorio Bienes nos aporta un breve relato de aquella primera regata:

“No tuvimos buena fortuna en esta primera participación ya que cuando nos hallábamos a la altura de la Mancha Blanca, en Anaga, vimos como la cruceta de sotavento perdía su pasador. Ello nos obligó a abandonar la regata y regresar a la dársena pesquera de Santa Cruz de Tenerife para reparar la avería, reemprendiendo el viaje a eso de medianoche. Esta avería nos salvó del farolillo rojo, ya que, entre otras cosas, aparte de la inexperiencia, llevábamos a proa un tanque de agua de 100 litros totalmente lleno.”

En 1983 Arnoldo Bienes adquiere el `Libertad´, un Atlas 1000, diseño de Javier Soler y fabricado por los astilleros Prodisenny en Barcelona con el que participarán en la siguiente edición de la prueba (1985), logrando un meritorio décimo lugar. Finalmente, en la edición del año 2000 Gregorio Bienes se haría con el Campeonato en la clase familiar, siendo la primera vez que un barco de La Palma obtiene el triunfo en la Lustral.

Curiosidades

En la edición de 1980 la prueba fue, por primera vez, puntuable para el Campeonato de España de Balandros de Crucero. A partir de la siguiente edición se incorporó un triángulo olímpico frente a la costa de Santa Cruz de La Palma.

En 1995 y 2000 se incorpora a la organización, junto al Real Club Náutico de Tenerife, el Club Marítimo Almirante Díaz Pimienta de La Palma. En 2005 el Real Club Náutico de Santa Cruz de La Palma afrontó por vez primera su organización de forma íntegra. En esa ocasión, S.A.R. la Princesa Alexia de Grecia, residente en Lanzarote y gran amante del deporte de la vela, presidió el Comité de Honor de la prueba.

La mayor participación se registró en 2015 con un total de 47 embarcaciones inscritas. En esa edición, al objeto de hacer más vistosa la competición, se incorporó al recorrido una baliza frente a la nueva playa de Santa Cruz de La Palma que las embarcaciones debían “montar” antes de enfilar hacia la tradicional línea de llegada ubicada en la punta del muelle.

El barco más laureado ha sido el `Tirma´ con tres victorias, mientras que el conejero Alfredo Morales Armas ha sido el único patrón que ha logrado dos victorias, en 1975 y 1980.

En 2015 participó, a bordo del `Danino´, Bernardino Navarro Pereyra, quien fuera ganador de la primera regata en 1960 a bordo del legendario `Tirma´. Ese mismo año participaron en el `Rogue Wave´ el regatista de mayor edad y el más joven, Jorge Cantero y su nieto Alejandro Cantero, de 86 y 12 años, respectivamente. Jorge Cantero fue uno de los míticos patrones del `Tirma´, llegando a ganar la Regata de San Ginés en 1954, y habiendo participado en varias ediciones de la Lustral.

Anecdotario

Recordaba Manuel Jordán, patrón del `Sorondongo´ en 1975: “al regresar hacia Lanzarote tras las consabidas celebraciones y parrandas, aunque entramos los últimos, me encontré con que la noche anterior a la partida habían embarcado a un polizón, tinerfeño para más señas, en estado de embriaguez para hacerle la puñeta, pues estaba en La Palma celebrando su despedida de soltero. Por razones obvias, no voy a reproducir las primeras declaraciones del sufrido e involuntario navegante al recuperar el sentido en mitad de camino entre La Palma y Lanzarote”.

En 1980, los tripulantes del primer barco en aproximarse a Santa Cruz de La Palma, que había ido en cabeza de la flota desde Anaga, se llevaron un gran susto cuando observaron frente al puerto de la capital palmera un barco con una vela roja; lo primero que pensaron fue que a lo largo de la noche alguno de los demás participantes les había pasado y estaba entrando en meta con el “spinnaker”, pues esta vela suele ser de colores. Al llegar comprobaron que se trataba del catamarán `Junonia´ de José Feliciano, quien iba a recibir a los participantes en la regata.

Miguel Aranaz de la Cuesta era uno de los jóvenes tripulantes del `Aracu II´, barco propiedad de su padre, Carmelo Aranaz Rodríguez y que normalmente patroneaba su tío Manuel de la Cuesta Rodríguez. Recuerda Miguel, quien participó en tres ediciones de esta regata, que, al preparar el viaje de regreso a Tenerife, los más jóvenes de la tripulación preguntaron si iban a poner el piloto automático, a lo que fueron respondidos con un “claro que sí, el piloto automático son ustedes”.

Recuerda Eduardo Olmos Aguilar, patrón del “Duende” que en 1985 “llegamos tan temprano que no estaba montada la línea de llegada. El Juez de llegada dijo que había tomado la hora desde un apartamento que tenía cerca del Puerto. Por supuesto, entre la hora que él tomó y la mía había casi veinte minutos de diferencia. Me dieron el segundo puesto. El que ganó, mi buen amigo Carlos Albrecht, llegó como media hora más tarde, pero a pesar de mis protestas no hubo nada que hacer. En mi larga historia de participaciones en regatas ha sido la primera y única vez que me dieron la llegada de una prueba importante desde el balcón de un apartamento”.

Lo que había ocurrido en realidad es que a pocas millas de Santa Cruz de La Palma el `Magie II´ y el `Margara´ se disputaban el primer puesto en una reñida bolina con sus tripulaciones a la banda cuando, al acercarse a la línea de llegada establecida entre la punta del muelle y un baliza colocada perpendicularmente a unos trescientos metros, observaron estupefactos como un pesquero llamado `Paco´, que pasaba por allí, recogió la boya con su mástil y bandera azul, y continuó su camino hacia el sur de la isla. Finalmente se tuvo que improvisar una línea imaginaria de llegada dentro del puerto.

La Copita

Al mediodía el viento estaba lo suficientemente entablado como para que, según se diera la salida, los balandros navegaran en demanda de la Punta de Anaga a buen ritmo. A medida que se acercaban al peñón de Antequera, muchos de ellos navegaban incluso con las velas rizadas debido a la fuerte intensidad, como en el caso del `Jipia´.

Tras rebasar los Roques de Anaga, el viento fue amainando hasta que, a pocas millas de la llegada, se encontraron en medio de una balsa de aceite, pues tal era el “calmerío” reinante. Tras varias horas de desesperación, algunos miembros de la tripulación comenzaron a sopesar la idea de arrancar el motor y llegar de una vez a La Palma, lo cual significaba la descalificación automática y una lástima, pues tenían ciertas opciones de lograr un buen puesto.

El patrón, sin embargo, alegó:

—Vamos a aguantarnos un poco, que en la posición en la que estamos a lo mejor nos dan una copita.

Rápidamente fue respondido por un tripulante, hombre avezado en el sano parrandeo, que sentenció:

—¿Y para una copita vinimos a La Palma?