Nadia Hafid, dibujante: “Lo que ocurre con el reparto de menores migrantes me parece cruel, deshumanizante y de una violencia extrema”

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11 de mayo 2025

 

La dibujante catalana, Nadia Hafid, cuyo padre de origen magrebí llegó a Cataluña hace años, acaba de publicar su tercera obra Mal Olor, en la que de nuevo vuelve a tratar el problema del racismo, esta vez en en el marco de una multinacional. Hafid está al tanto de lo que ocurre en las Islas Canarias por las dificultades que existen para que el resto de comunidades autónomas acepten el reparto de menores migrantes, un asunto que no duda en calificar de “cruel, deshumanizante y de una violencia extrema”.

 

Hafid desde Barcelona donde reside asegura estar al tanto de las noticias que surgen sobre esta cuestión y por ello opina que le parece “un horror vivir siempre de espaldas y no hacerse cargo de este tipo de problemas. Aparentar que lo positivo y realmente bueno es dar la impresión de que no va con nosotros”. 

 

La dibujante en 2021 recibió el premio de los críticos como mejor autora emergente, en 2022 El Ojo Crítico de Radio Nacional Española (RNE) y ahora el Finestres que le ha permitido dedicarse de pleno a redactar este cómic sobre el racismo que surge en el seno de una multinacional. Para la autora lo ocurrido con el reparto de menores “son actitudes que están cada vez más extendidas y esa fue la semilla para hablar del auge de la extrema derecha y otras cuestiones ante las que giramos un poco la espalda como si no fueran con nosotros. Y eso es un gran peligro”. La situación sería especialmente grave cuando se habla de menores a los que se les está negando “sus derechos y la oportunidad de tener una vida digna y plena”. 

 

La cuestión de fondo de la última obra publicada el pasado mes de febrero en catalán y en marzo en castellano es que España es un país racista, lo que ya había abordado con anterioridad pero de una manera que califica “más críptica”. En este caso el escenario en el que se mueven los personajes es un multinacional, en apariencia ejemplar, pero en la que aparece un olor que desencadena los peores prejuicios, una imagen que considera “muy poderosa porque además se habla de explotación, alineación y es extrapolable a otros ámbitos del día a día”. 

 

Mal Olor supone también la primera ocasión en la que introduce elementos más oníricos y surrealistas, incluso de ciencia ficción y terror psicológico frente al contenido más realista de sus anteriores obras. “Me apetecía jugar un poco con esas piezas un poco fantásticas que al final simplemente me ayudan a subrayar un poco esa metáfora, aunque para mí lo más importante era contar las relaciones que se tejen entre los personajes”.

 

Cuando surgen estos problemas en las empresas, la autora cree que se suelen aplicar “toda una serie de medidas cosméticas y de márketing que en algunos casos lo que hacen es invisibilizar más aún lo que está ocurriendo e incluso desacreditar a quienes lo sufren”. Al abordarlas de manera “postiza  parece como que ya no están, que no es responsabilidad de la empresa y que realmente lo que ocurre es que el trabajador es demasiado susceptible o que se lo está imaginando. Todo eso es muy, muy frustrante y suele ocurrir sobre todo en grandes multinacionales en las que me he inspirado para hacer este trabajo”, indica por último.