Ruido, mucho ruido…
Gritan sus consignas hasta desgañitarse si es necesario. Aunque sus palabras y sus exabruptos no tengan el menor sentido. Aunque estén fuera de contexto. Gritan e insultan sin percatarse de que el insulto es el recurso del ignorante. El arma de quienes no tienen argumentos. Y no tienen argumentos porque son incapaces de razonar. Para razonar hay que ser capaz de comprender. Capaz de confrontar con pensamientos deductivos. Haciendo uso del noble arte de la lógica como una disciplina que hace que, gracias al razonamiento coherente, se pueda llegar a conclusiones válidas para el día a día. No pueden. Por eso gritan…
Gritan sus consignas dictadas por quienes les utilizan. Sin siquiera ser capaces de entender que están siendo manejados, siendo «usados» por otros para su propio beneficio, no el de ellos. Gritan incluso contra aquello que les es rentable, contra lo que les favorece. Hasta ahí llega su falta de raciocinio y discernimiento. Por eso hacen ruido, mucho ruido. No saben hacer más…
Gritan y alborotan porque sólo saben repetir lo que su «líder» les ordena que digan. Necesitan alguien que «piense» por ellos. Son incompetentes para hacerlo por sí mismos. Sus líderes lo saben y se aprovechan de ello. Aunque haya que desvirtuar la realidad. Aunque haya que intoxicar sus mentes. Aunque haya que pervertir la esencia misma de su humanidad. Necesitan «caudillos«…
Y sus caudillos necesitan de ellos. De su ignorancia que provoca que sean fácilmente manipulables. Que acepten sus «instrucciones» (sus órdenes) sin rechistar y sin plantearse la menor duda debido a su escasa o nula capacidad de razonamiento. Que sean los abanderados ante cualquier situación. Que griten y hagan ruido. Mucho ruido…
Gritan creyendo que el estruendo les hace parecer mayoría. Pero se equivocan. Sólo lo parecen porque la escandalera «les hace notar», les hace destacar. Pero destacar no significa estar en lo correcto. No les otorga «superioridad» ni convertirse en la «totalidad». Sólo les convierte en una especie de ganado escandaloso. En «hacedores de bulla«. Nada más. Y eso no tiene nada que ver con estar en lo cierto ni hacer lo correcto…
Pero pueden alcanzar su objetivo. Pueden acabar con el estado de bienestar. Pueden acabar con Derechos Sociales que ha costado más de una vida conseguir. Pero no sería mérito suyo. Tan sólo hace falta que los que no gritamos, los capaces de razonar y pensar individualmente, les dejemos hacer. Que no valoremos el gravísimo daño que pueden perpetrar. Y eso ocurrirá si no nos unimos. Si no hacemos frente común ante su ardua amenaza. Si creemos que yendo por separado les vamos a contener…
Frente a sus gritos no vale intentar convencerles. Mark Twain dijo: «No discutas con un idiota. Te hará descender a su nivel y ahí te ganará por experiencia». Frente a sus gritos, frente a su ruido, unidad y cordura. Podemos y debemos hacerlo. Nos va el futuro en ello…
Ángel Rivero García