Sanidad emite las primeras alertas de riesgo para la salud de su renovado plan de calor
28 de mayo 2025/Agencias
El Ministerio de Sanidad ha emitido este martes las primeras alertas de riesgo para la salud por calor del año diseñadas en el Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperatura, que este año ha actualizado especificando los grupos que son más vulnerables de cada uno de los niveles.
Las alertas por ahora son de nivel amarillo, el más bajo, y afectan a la población de algunas áreas de Galicia, Castilla y León, Extremadura, Aragón, Cataluña, y Asturias, donde se llega al naranja o medio en algunas zonas.
Como cada año desde hace más de 20, Sanidad activó el pasado 16 de mayo su plan contra el calor, que estará vigente hasta el 30 de septiembre aunque puede ampliarse tanto 15 días por delante como por detrás si las temperaturas así lo justifican.
Amarillo, naranja y rojo
Por primera vez, el plan detalla en qué consiste cada nivel de riesgo, cada uno de los cuales lleva aparejadas unas medidas de coordinación entre instituciones, administraciones y otros agentes implicados.
Así, el amarillo significa que es leve para personas mayores de 65 años con otros factores de riesgo.
El naranja acarrea riesgo leve en población general sin factores de riesgo; moderado para mayores de 65 años en general o menores de 65 años con múltiples factores de riesgo, y elevado para mayores de 65 con factores de riesgo.
Y el rojo o máximo entraña riesgo moderado en población general sin factores de riesgo; elevado para mayores de 65 años y menores de 65 años con algún factor de riesgo; y extremo para mayores de 65 años con otros factores de riesgo adicionales además de su edad.
La prolongación en el tiempo de niveles de riesgo rojo por olas de calor «supone un nivel de riesgo extremo para toda la población, especialmente para las personas en una situación de mayor vulnerabilidad», detalla el documento.
Umbrales de 23,9 a 40 grados
Aunque este plan se pone en marcha desde 2004 tras la histórica ola de calor de un año antes, en 2024 Sanidad lo afinó más ampliando las 52 unidades de referencia provinciales que tenían los anteriores a 182.
Denominadas ahora zonas meteosalud, se trata de áreas de territorio que mantienen un comportamiento de temperatura homogéneo y de las que puede haber varias en una sola provincia.
Para cada una de estas áreas, y con la información que proporciona diariamente la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), el plan asigna un umbral máximo de temperatura a partir del cual se disparan los efectos nocivos del calor y que, dada la enorme variabilidad geográfica de España, no son los mismos en todas partes.
Por ejemplo, mientras que en las zonas meteosalud del levante almeriense, Antequera en Málaga o la sierra norte de Sevilla, los umbrales máximos son de 40 grados, los más altos de todo el mapa, en el litoral asturiano es tan solo de 23,9, la más baja.
Como expone el documento, y «a la luz del conocimiento científico actual, las previsiones indican un aumento en la frecuencia y la intensidad de los episodios de calor intenso».
Casi 24.000 muertes por calor desde 2015
Según el Sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo), entre 2015 y 2024 se produjeron un total de 23.820 defunciones atribuibles al calor.
Fue 2022 el año más letal, con 4.789 muertes, seguido de 2023 con 3.009, concentradas fundamentalmente en mayores de 75 años.
La exposición humana a temperaturas ambientales elevadas puede provocar una respuesta fisiológica insuficiente del sistema termorregulador y las olas de calor pueden alterar las funciones vitales cuando el organismo es incapaz de compensar las variaciones de temperatura corporal.
Una temperatura excesiva produce pérdida de agua y electrolitos que son necesarios para el normal funcionamiento de los distintos órganos; en algunas personas con determinadas enfermedades crónicas, sometidas a ciertos tratamientos médicos y con discapacidades que limitan su autonomía, los mecanismos de termorregulación pueden verse descompensados.
La exposición a altas temperaturas puede provocar calambres, deshidratación, insolación, golpe de calor (con problemas multiorgánicos que pueden incluir síntomas tales como inestabilidad en la marcha, convulsiones e incluso coma).
En su impacto influye tanto el envejecimiento fisiológico como las enfermedades subyacentes; un individuo sano tolera una variación de su temperatura interna de aproximadamente 3°C, sin que sus condiciones físicas y mentales se alteren de forma importante, pero a partir de 37°C se produce una reacción fisiológica de defensa.